"Al final del viaje está el horizonte. Al final del viaje partiremos de nuevo. Al final del viaje comienza un camino, otro buen camino que seguir descalzos".

-Silvio Rodríguez-

viernes, 26 de julio de 2013

POSTALES: LA REVOLUCIÓN Y LA ESQUIZOFRENIA

Un político guasón y una mujer bonita. Camarógrafos que persiguen un asambleísta en busca de algunas palabras que completen su total. Uniformes, uniformes por todas partes. 
Recorro Quito de norte a este, camino de la Asamblea Nacional. Sonrío a la vendedora de dulces, rechazando amablemente cuanto me ofrece, y dejo atrás un edificio en mitad del derrumbe. Entonces caigo en la cuenta. No era a mí a quien saludaban sus ojos de india. Soy más invisible de lo que pienso en esta ciudad. 

Seis años después, me visto nuevamente de periodista. No sé si ha sido a la fuerza o si realmente comienzo a hacerme a esta forma diferente de vivir. Hace 20 días que mi voluntad permanece dormida. Es la arbitrariedad de los días quien decide por mí. Agarro la grabadora y desempolvo viejos recuerdos con olor a cafetería y cerveza. Demasiados pocos recuerdos. He tenido que viajar 8.000 kilómetros para reconciliarme con la profesión. 

Al cruzar las puertas acristaladas de la Asamblea me invade la misma sensación que suele apropiarse de mí cuando camino las calles más céntricas de esta ciudad. Si no fuera por el acento de quienes me hablan o esquivan, podría jurar que jamás salí de Europa. La Revolución Ciudadana a golpe de petrodolar está construyendo los más modernos complejos. Con wifi incorporado. Pantalla plana. Infinidad de despachos para los asambleístas de Alianza País. No caben nuevos detalles. A ver quién es capaz de mencionar que Ecuador no está progresando. 

Desembarco por error en la conferencia de prensa de la Gobernación de Guayaquil. Anuncian que van a regularizar la tenencia de tierra a más de 1.200 familias. Hablamos de la misma Revolución. La misma Revolución que destruye y agrede al medio ambiente y sus comunidades, es también la revolución que entrega derechos sociales, construye escuelas y hospitales, y devuelve la dignidad a los innombrables. 

El representante de la gobernación alza su rolex en mitad de la sala e iphone en mano, llama la atención de una asambleísta al final de la mesa. Bromean sobre su satisfacción, sobre lo acertado de esta decisión justo hoy que comienza la fiesta grande de Guayaquil. “Los ciudadanos podrán sentirse tranquilos y disfrutar, porque saben que la Revolución cumple siempre con sus deudas sociales”. No sé por qué tanto aire de camaradería y el que haya seis soldados, hombres y mujeres, a ambos lados del pasillo no me da ninguna tranquilidad. 

Ésta es la esquizofrenia que sufre el país. La esquizofrenia que flota en sus sopas, que habla de sumak kawsay, mientras por debajo de la mesa entrega sus bosques a empresas petroleras. Ecuador vive a la espera, gobernado por una serpiente de dos cabezas, corriendo el riesgo de que las esperanzas de construir un nuevo país acaben devoradas por la cabeza perversa.

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