"Al final del viaje está el horizonte. Al final del viaje partiremos de nuevo. Al final del viaje comienza un camino, otro buen camino que seguir descalzos".

-Silvio Rodríguez-

miércoles, 2 de octubre de 2013

POSTALES: ESCRIBIR LA PALABRA "FIN"

La luz entra arrogante por la ventana. Son las siete y media de la mañana. Es domingo. Y acabo de despertar ignorante de que quizá sea la única persona en la casa a quien no le duele la cabeza. 
Sus desperfectos son sus resacas -me digo- y la noche una excusa barata para festejar lo infestejable. Mi partida. 

Ocho y cuarenta y cinco. Sobre la cama no queda rastro alguno de los ojos chiquitos que hasta ayer me buscaban interrogantes en las mañanas. La tristeza ha reemplazado a la luna y es quien ahora mueve sus lágrimas. Resulta imposible postergar lo impostergable. Negar lo innegable. Ha acabado la cuenta atrás. Es tiempo de marcharse.

Soy una mujer nueva. Lo soy desde hace algunos meses, pero ha tenido que broncearme el sol del Ecuador para que pudiera darme cuenta de que mi nueva piel esconde algo más que lunares. 

Abandono la habitación y cierro la puerta enojada, maldiciendo a mi compañera de cuarto y a la madre que la parió. Dos mujeres masacradas por los valores patriarcales, por un esposo y un padre que las abandonó. Dos cuerpos tristes enemigos de la autonomía y la libertad femeninas. De ellas mismas.

Aún malhumorada y farfullando malos augurios para quien no me quiso el bien, me descubro sonriendo bruscamente al ver cómo, apoyada sobre mi equipaje y quizá por última vez, mascas un interrogante para mí y lo moldeas con tus premorales.

¿Que si he llegado a comprender lo que significa la vida aquí? La verdad es que pienso que sí, que he podido rozarla con la yema de mis dedos y llevármela a la boca. 

Ahora bien, creo que sigo siendo de ese tipo de personas que nunca ha sabido cómo despedirse. De esas personas incapaces de tomar una buena historia, agarrar su penúltima página y escribir la palabra "fin".